Inerme como una abeja
zumbando sobre sí misma
atenazada por el tiempo que termina,
entre la vida llena de polen
zumbando atolondrada,
confusa,
entre mieles antiguas
y flores inasibles,
borracha de vida
que se extingue,
y estrellas inalcanzables,
zumbando triste
lejana del panal
y exilada de su reino
alquímico de vibraciones
y azúcar.
Como una abeja inerme
pequeña y sola,
meteoro final,
ausente de la flor
de naranjas y duraznos,
cercana al vértigo,
al perfume abismado,
dejándose llevar
en la tierra caída
del “nunca más”
entre recuerdos de melazas
y vibraciones.
MARIO MAZZA
9/92