domingo, 18 de abril de 2010


Mientras el día,
los soles indetenibles
al compás del tíovivo
susurrado por los mantras del mito,
mientras ocurres,
la misma puerta invisible
apareciendo y desapareciendo,
los umbrales vislumbrados
ajenos a tu tiempo
y al espacio que te elude
como si no le pertenecieras.
No es puerta humana,
es vórtice de asedios
y tú el invitado que no accede
atravesado por enigmas
que te consuelan y expulsan.
Es puerta de infinito
estremecida de misterio
convocante y fóbico,
donde tú vacilas
transido por la Ausencia
que te devora
leopardo plácido y benigno
reconstruido vértigo asediado
lucidez de relámpago.
Mario Mazza
12/9/94