Cuando las abejas de Agosto
navegaban los mares de la Luz
caía del invierno,
y los temblores de la brisa
anticipando el clima,
creaban la música de la tierra,
el instante nacía frutal
y desmesurado en la tarde
de tu cuerpo florecido de sol
y minerales secretos,
cercano al río enamorado
de la fragilidad de tu piel,
y la suavidad de tus piernas
surcaba la plenitud,
la transparencia de sus aguas,
en aquella hora de sueños
y cristalinas sonrisas,
aleteos y zumbidos
en la paz suave del poema.
MARIO MAZZA
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